Polonia: democracia y transición económica
Después de la abrupta caída de la Unión Soviética, Polonia ha seguido un proceso de transición económica acorde con el modelo de desarrollo occidental, desde la década de los noventa.
Este proceso tuvo un éxito relativo, ya que la privatización de pequeñas y medianas empresas, así como la creación del marco jurídico para la creación de nuevas empresas, ha alentado el desarrollo del sector privado, hoy día, motor principal del crecimiento económico polaco. El país tuvo una adaptación a su realidad independiente realmente estelar, posicionándose como la sexta economía de Europa y logrando crecer sostenidamente a lo largo de la última década.
Ubicado en Europa central limitando con Alemania, las Repúblicas Checa y Eslovaquia, Ucrania, Bielorrusia y Lituania, así como Kaliningrado de Rusia y el Mar Báltico. Cuenta con 312.685 km2 de extensión territorial y una población que ronda los cuarenta millones de habitantes, lo que lo posiciona en el sexto país más poblado de la Unión Europea representando aproximadamente el 9% del total de sus habitantes.
Polonia ha resurgido como mercado dinámico a lo largo de los últimos veinte años, y se transformó en un actor importante de la Unión Europea. El año pasado, el crecimiento económico llegó a 3,5%, reforzado por un aumento de algo más del 3% de su demanda interna. Se tiene previsto un crecimiento de que ronde el 4% del PIB para finales del 2016, apoyado en las inversiones y el consumo. Miembro de la Unión Europea desde el año 2004, Polonia fue el único país del grupo que mantuvo un crecimiento positivo durante la crisis mundial de finales la década pasada.
Dentro de su estructura económica, la agricultura emplea alrededor de un 12% de la población activa y representa 3,7% del PIB, pudiéndose destacar, en general, su acercamiento a la autosuficiencia en materia de alimentaria. Entre sus principales productos están los cereales, las papas, los productos lácteos, la cría de ganado vacuno, porcino y ovino. Cuenta también con riquezas minerales como el carbón, azufre, cobre, plomo y zinc.
La industria manufacturera representa cerca de un tercio del PIB. Los principales sectores industriales del país son la fabricación de maquinaria, las telecomunicaciones, el medio ambiente, transporte, la construcción, agroindustria y las tecnologías de información. La industria automotriz ha resistido bien los efectos de la crisis económica por su posicionamiento oportuno en el nicho de mercado adecuado, en pequeños vehículos de gama económica. En cuanto a los sectores industriales previos a su liberalización económica, podemos destacar la siderurgia y la construcción naval que han venido perdiendo cuotas en los mercados internacionales. Sin embargo, con el ánimo de hacer más competitivas, estas industrias pesadas el país, cuentan con fondos europeos para la innovación, como una oportunidad para la renovación de esas industrias. También, hay que destacar que muchas empresas polacas están realizando esfuerzos en inversión tecnológica, manteniendo los costos bajos para poder competir en nichos especializados con los países asiáticos.
El sector de servicios representa aproximadamente dos terceras partes del PIB y en la actualidad, ha convertido al país, en el principal motor de su economía. El sector de servicios cada vez más especializados, en plena expansión, incluye a la logística, los servicios públicos – cada vez más eficientes y transparentes – y la informática. El país se destaca en el comercio exterior, sobre todo desde su incorporación a la Unión Europea, donde tiene a sus principales clientes. Sus vías de comunicación están en pleno proceso de modernización. El turismo es un sector en alza, las telecomunicaciones, los servicios comerciales, financieros, la salud y la educación.
La economía del país presenta numerosos puntos a favor, como una robusta demanda interna, política fiscal equilibrada, un sistema bancario aceptablemente capitalizado y fondos estructurales europeos eficazmente empleados. El Estado desea incrementar la base imponible, con nuevos tributos para ser aplicados a políticas sociales, que beneficien a sectores de la población más vulnerables. En cuanto a la tasa de desempleo, viene en franco descenso ubicándose hoy día por debajo del 9%. Sin embargo, las relaciones laborales siguen siendo inestables en cuanto que las mismas son enmarcadas bajo contratos temporales.
Se considera a Polonia como uno de los países más atractivos de Europa Central para hacer negocios por sus regulaciones legales y su desempeño macroeconómico. El país, tiene casi veinte zonas económicas especiales con imposición fiscal reducida, captando inversiones y transferencia tecnológica. Esta estabilidad, unida al tamaño del mercado, ha inducido un flujo de inversión directa extranjera que supera los 6.000 millones de euros anualmente.
Su proximidad con Alemania la ha beneficiado, teniéndola como su principal inversor y brindándole acogida a muchas industrias alemanas. El 25% de las exportaciones polacas van a su vecino germano.
Polonia se ha beneficiado además, de una población educada y culturalmente de fe Judeocristiana, con unos sueldos cuyo poder adquisitivo es competitivo con relación a la media de la Unión Europea. La preparación profesional y sueldos atractivos conforman un círculo virtuoso. La conflictividad laboral, excepto en la minería y en las empresas estatales, es baja. Como política de Estado los polacos están preparando a su país para elevar los salarios, cambiando el paradigma de competir, con base a salarios bajos, y apueste a reforzar las inversiones en tecnología, teniendo a la innovación como punta de lanza.
La liberalización del comercio e inversiones en Polonia es posible, gracias al haber vigorizado la democracia, consolidado sus instituciones públicas y la mejora y modernización del sistema de producción insertándolo en las cadenas globales de producción.